JORGE VOLPI. NOVELAS Y FICCIONES


Las tantas definiciones que de la ficción y de la novela hace Jorge Volpi.

Sí, definiciones de Novela y de Ficción, que a fin de cuentas son lo mismo, o mejor, son de lo mismo. Volpi lo sabe, por eso lo dice, y lo dice como lo dice. Lo dice muchas veces, para que quede claro, y porque decir la ficción requiere mucho decir.
En esa obrita un tanto piadosa que es Mentiras contagiosas, se lanza Volpi al abismo de la novela, de la ficción, de lo mucho que decir. Ensaya múltiples definiciones. Ejercita metáforas, mitos, recreaciones
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En “Réquiem por la novela”.
Ficción que habla de la realidad de la ficción, lo que es la novela. Relato “futurido” –ni mucho menos futurista- en donde dice que ésta, la novela, es “engaño similar a la magia o la hechicería …” o que son, las novelas “volúmenes plagados de fantasías” Y que las novelas son delirios -delirios de novelistas hemos de suponer- que generan delirios en los lectores; que son mentiras, que generan no confusión, sino mentiras en los lectores. Que son distracción, no sólo para quien lee, también para quien escribe.

Pero Volpi ensaya definiciones más científicas si cabe, como la que dice que se trata de la “forma legítima de explorar la realidad; por un acercamiento oblicuo a lo real”. Otra vez la aproximación oblicua a lo real, es decir, la aproximación de la doble visión, bizqueante. Esta manía que tienen los ficcionistas, novelistas y creadores de poder mirar con un ojo a la ficción y con otro a lo real, nada menos que a lo real. Oblicuidad tan de moda como modosa … pero ¿qué es oblicuo? Por regla general miran a lo real con el ojo izquierdo, porque es la moda; como antes se usaba el monóculo, casi siempre puesto en el ojo derecho tal que adquiría tintes desorbitados. Ahora se usa el bizqueo en el novelar. ¡Ay la novela!
Toda ella con su gran pecado, y es que, la aproximación oblicua “empezó a regodearse en sí misma con el único fin de entretener”. Y esto supone la muerte de novela. O peor, que se usó el ojo derecho para ver la realidad y el izquierdo la ficción, la creación, la forma … ¡o yo que sé!

En “Informe sobre falsarios”.
Vuelve Volpi sobre la mentira; eso que preside toda buena creación novelística. La novela puede ser entonces un amasijo de “falsedades contidianas”. Elaboradas por esas personas que no saben vivir sino para “maquinar fantasías”. Las fantasías que nos alejan de la realidad –hemos de suponer- para acercarnos luego a ella con una nueva lente, una lente más potente y transgresora. La nueva lente de la mentira, claro está. Por eso se ha licenciado Volpi en plagas.

En “De parásitos, mutaciones y plagas”.
La ficción será un “producto de la evolución: una avance tecnológico”, en fin, progreso, futuro, mañana. Tierra de promisión. Esta tierra del nuevo amanecer estará presidida por la nueva “especie de la ficción”; ser que dará a luz un cosmos fictocéntrico. Pero no crean que Volpi lo dice como si la suerte evolutiva del “fictus sapiens” como rey de –nunca mejor dicho- la creación, supusiese la consumación de “lo contrario de la realidad”. No, la mutación del fictus, “por más que esté construida como una mentira intencional, no busca perseverar en el engaño, sino construir verdades distintas, autónomas y coherentes con sus propias reglas”. Hay que aprender a leer a Marx o Freud como si fuesen novelistas –tal cual dijo Borges-. Yo digo que todo. Todo ha de ser leído como si fuera una gran novela, la gran novela de Dios: los prospectos de los medicamentos, los manuales de uso de electrodomésticos, los discursos políticos. Incluso a Borges mismo. Sí, como si fuesen una gran novela o la parte de una gran novela. ¡Mentiras verosímiles! Si es que ya lo verosímil es una mentira, una gran mentira. ¿Y de la mentira, no diremos que es verosímil? Y a mayor verosimilitud, mayor mentira. ¿Es eso Jorge?
¿Cómo habremos de entender entonces la siguiente definición de novela?: “Algoritmos, procesos que llevan ciegamente de un origen a un resultado, máquinas ciegas … capaces –gracias a la lectura- de hacer cosas por sí mismas”. Lo que más me abruma de esta definición es lo de la ceguera. ¿Qué es esto de “ciegas” y “ciegamente”, Volpi? Arrastran, llevan, manipulan sin saber a dónde, a quién. Qué triste falta de consideración hacia el lector. Pecado mortal de quien se considera por sobre todas las cosas escritor. Claro. Subestimación del lector, quien en realidad, sí, realidad, pone la novela en sus sitio, la lleva, la zarandea, la falsifica, la rehace a fin de cuentas. Es ciega porque requiere de un lazarillo, lazareto final de esas mentiras verosímiles: ser leídas, deglutidas en el vientre de esa ameba que es el lector, a veces solo número, ajeno, alteridad, bolsillo.
De aquí que debieras, debiéramos replantearnos tu juego metafórico de plagas, tus definiciones como las que siguen: “parásitos inocuos que mueren a las pocas horas de haber infectado a sus anfitriones …”. La verdad es esa: inocuo. Todo lo demás es verosímil.
“Vehículo para la transmisión de ideas y emociones”. ¿Vehículo? Mas bien, excusa que genera ideas y emociones imprevisibles.
“Modelos o mapas que permiten entrever los motivos de los otros seres humanos”. Mapas, en consecuencia, que responden a la cartografía limitada del autor. Cartografía que exige ser complementada, recorrida.
“Hace que el lector se enfrente a situaciones imprevisibles y le permite ensayar respuestas frente a los problemas que experimentan los personajes”. ¡Una teoría de modelos! Virtual, claro está.
“Ser verosímil e infectar con sus ideas”. Bien está. Pero ¿alguien pensó en la realidad de los anticuerpos? Y en su caso, ¿qué relación guarda lo verosímil con las ideas. Las ideas son verosímiles. Lo verosímil es una idea. Sólo hay una suerte de ideas realmente infecciosas: las verdaderas, las que contienen verdad, pero ¿dónde están estas? ¿quién las monopoliza? No cabe duda, el novelista que ve muy bien con el ojo izquierdo. O el ciego.
“Vehículo de supervivencia ideal de memes”. También de memos.

Pero, cuidado con la naturaleza de estos virus y bacterias. Porque los hay y las hay de dos clases. Los hay auténticos, los de marca. Y los hay que son simple copia, falsificación kitsch. Una cosa es la “Novela plaga” y otra muy distinta “la novela artística”. Esta es una herramienta indispensable para la humanidad, la otra es meramente contingente. El señor Volpi ha decidido no pertenecer a la novela plaga. Pero ¿lo decide él?

En “Pobladores de mundos extraños”.
Dirá que la ficción “inventa un universo paralelo para que nosotros lo habitemos”. ¿Es esto posible? Si claro, lo es. Pero la definición más precisa es la de “inventa un universo paralelo”, y ya. Y una vez que tenemos el universo paralelo, ¿qué hacemos con él? ¿En dónde lo metemos? No, mejor nos metemos en él. Y ya solo queda esperar a que otro novelista, en el nuevo universo paralelo del que ya somos parte, nos cree el universo paralelo en el universo paralelo. ¡Pues claro que Volpi es partidario también del multiverso de la física, ¡faltaba más!
De ahí afirmaciones notorias como la que hace del Big Bang: el relato más preciso, inquietante, poderoso y fantástico, según Volpi. Eso sí, después de arrastrar por los suelos el mito religioso, que al parecer no tiene nada de verosímil, ni de creativo, ni de ficción, ni de universo paralelo, ni de realidad ficticia que abre a una realidad trascendente (al parecer esto solo se ve con el ojo derecho y Volpi lo usa poco).
Y el novelista habrá de reproducir la sociedad como el físico ejerce una comprensión del cosmos. Sea. Tratemos con la singularidad de cada cual … ¿o seremos simplemente electrones?
Lo veremos, porque la novela es la máquina del tiempo, como la que ideara Wells, tal es su poder, tal su capacidad de persuasión, tal, su esperanza en que en un futuro alguien venido del pasado nos eduque. Pero ¿qué seremos? Morlocks sin duda.
En fin, y esto sí que es la gran verdad: Una novela es la M de la Teoría M, desveladora de misterios. Sí, porque a fin de cuentas la novela es un cúmulo de teorías que solapan unas a otras y que gracias a Dios, no se reducen a las definiciones que Volpi nos da en su obra “Mentiras contagiosas”.