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LA POESÍA. Poesía visual de Teo Serna.
Son ya dos las criaturas poético-visuales que han visto la luz en forma de libro. La primera editada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. La segunda en Pliegos de la Visión, de la editorial Babilonia, en su número 34.
El aciago idilio de la imagen y la letra, como
los amores malditos, recorre la oculta historia del arte. Un amor difícil sin
duda, que pasa por momentos de gloria ahora. Fue antaño el Ut pictura poesis, un acercamiento convulso de los hombres de la
plástica a las virtudes de la poesía. El selecto elenco de los amantes del parangón pretendía imprimir el tiempo en
esculturas y pinturas, esto es, labrar y pintar a golpe de narración. Osaron
aquellos artesanos representar la más sublime moral en los rostros y poses de
sus figuras, como ocurría en la Ilíada o en los mejores dramas de los antiguos.
Pero
también los poetas han correspondido a la imagen, y han pretendido dotar a su
poesía de un componente estético espacial, pictórico, tangible y plástico, como
si dijéramos de carne patente.
De
este amor profuso y correspondido, los vástagos de hibridez. ¿Qué habría sido
del cubismo sin el collage tomado de
un periódico o de una partitura? ¿Y qué del poema sin las formas que canta,
caligramas de sentido plástico? ¿Qué sería el arte hoy sin el “ready made”?
Este ready made, impostación de la
realidad que configura una poesía en el espacio plástico. ¿Y qué sería de la
poesía sin su vertiente objetual, sin un poema objeto por el que poder hacerse
algo más que mero discurso?
Entreverado con estas disciplinas,
impelido por ellas está Teo Serna, a quien su “bifrontismo jánico”, su dedicación
a la plástica y a la escritura le ha puesto en la situación de corresponder a
la hibridación de sus formas. Artista plástico. Poeta. Ha venido con el tiempo
a descubrir que la poesía es el sustrato común que alimenta las dos formas de hacer. Ha venido a convertirse en un
griego que bien puede decir poieo,
hago, creo. La poesía es un crear que dota por igual de lírica a las formas y a
las palabras. Es en el detrás de ambas donde se encuentra la poesía, dándoles
soporte, alma, sustancia.
Si
no fuera así, si esta creencia no estuviera en las creaciones poiéticas y poéticas de Teo Serna, lo
que nuestro artista habría sufrido es una simple retracción a lo conceptual. Y
entonces se habría caído, de pleno, en el siglo XX, con Kosuth y todo su
séquito. No. El manzanareño Teo Serna es un ímprobo hombre del siglo XXI, y su
arte tiene la viveza de las ocurrencias que apuntan a la trascendencia. No
vamos a decir que a un mundo otro. (Indistintamente, Teo siempre ha apuntado
hacia los mundos otros, hacia el detrás del velo). Pero sí diremos que la alétheia que practica ahora es la del
desenmascaramiento de la verdad de la poesía, de la existencia de una fluente
manera de crear belleza. ¡Qué nombre tan antiguo éste, pero qué bello, qué
perogrullescamente bello!: la be-lle-za.
La letra con sangre entra.
Yo
veo las raíces de Teo ancladas en una tradición no conceptualista, sino jovial
y reivindicativa. Por eso no pertenece, ni suponemos pertenecerá nunca Teo al
séquito de los Kosuth. El concepto de Teo, que es el intento de descifrar la
poesía, acaso una ciencia, es eso, captación y cepo, trampa con que atrapar
poemas, poesías, sombras de la Poesía imperecedera que espera el poema, el
verso, la escultura en que hacerse, reencarnarse; por los que transitar.
Siempre
ha habido algo de Duchamp en la obra de Teo. En su obra visual, por supuesto.
Porque Teo tiene un afán transverso al mirar la realidad, esto es, las cosas de
la realidad. Las cosas de la vida son reubicadas en el cosmos de la poesía, y
entonces, como la fuente del francés, desnudan el eco de sus posibilidades.
Duchampiano o no, Duchamp está, late en estos poemas visuales, en estas visiones
poéticas, y es, precisamente esto, ese
sentido lírico creativo, lo que le aleja del otro tipo de concepto.
¿Diremos
acaso que no hay una herencia del poema objeto, de ese circunloquio real y
asociado que tanto entusiasmó a un Joan Brossa? Sí que lo hay, porque resulta
que las cosas se asocian a otras cosas para conformar el retorcido preámbulo de
la nueva cosa que llamamos poesía u objeto poético. Artefactos inútiles que por
su inutilidad son, precisamente, imprescindibles.
De
ahí que nunca falte Gómez de la Serna en sus referencias a la creación poética.
¡Las cosas tienen tanto de greguería! Poseen un pose irónico, una risa
subterránea que va diciendo que el mundo en que vivimos, serio y magistral,
tiene su pose cómica visto desde la perspectiva de la poesía, que es muchas
veces, esencialmente, una perspectiva irónica. La poesía es también humor
creativo, un sacudimiento de la seriedad del verso, del “garcilasismo” que
siempre Teo ha denunciado, del arte de museo de la obra consagrada. Por eso hay
también algo de la subversión de dadá. La risa de la poesía está para poner
patas arriba la idea en exceso seria que nos han hecho, que nos hemos hecho de
la poesía, del arte en general y de los artistas y poetas en particular. Porque
además, nunca debemos olvidar una máxima esencial, que la poesía de lo
insubstancial es la substancia poética.
Es así como surge la poesía visual
de Teo Serna. A medio camino entre la imagen y la palabra. En la confusión de
sus límites, en su tendencia a la hibridación. Poemas objeto, caligramas y
greguerías podrían servirle de horizonte teórico. Fotomontaje, ready made, collage y el tratamiento
digital de la imagen y sus procesos artesanales, como procedimientos creativos.
Tendremos
ejemplos de palabra plástica. Tendremos ejemplos de convivencia y desvivencias
de palabra e imagen, tendremos incluso un mundo contradictorio que revela una
nueva realidad. Tendremos imágenes lógicas, imágenes que son logos, vestimenta que sólo debería
corresponder a la palabra. Tendremos imágenes visuales que recrean su
naturaleza, su sinsentido en la otra lógica, una lógica en la que precipitan
incluso a las más imperturbables palabras. En fin, merece la pena dejar pasear
los ojos y el intelecto por las reveladoras poesías visuales de Teo Serna, es
cuestión de un gozo frugal.
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