EL MERCADO DEL ARTE, Reto de la Cultura



ARTE Y EUROS. Una escultura de Giacometti alcanza en subasta la friolera de casi 75 millones de Euros. Todo un record sin duda.


Comprendo muy bien a aquellos que piensan que el Arte debería residir exclusivamente en los museos. Algo así oí al respecto en el programa “El ojo crítico” de RNE el pasado Viernes día 5 de Febrero. Y comprendo también la máxima futurista que predicaba la destrucción e incendio de los museos, esos cementerios del arte. Lo que me cuesta comprender sin embargo es la dinámica del mercado del arte, ese monstruo altanero que de cuando en cuando ruge. La primera afirmación, la de hacer del museo el reducto del arte venía a propósito de eso, del precio que ha alcanzado en el mercado una escultura ¡por fin una escultura! del “genial” Giacometti, uno de esos hombres de bronce, de larga zancada, que parece seguir a sus propios pensamientos. Desmesura económica para una época de crisis (dislate moral entonces); escultura, además, que se va a la casa del mejor postor (usurpador de los bienes espirituales de la humanidad); rancio patrimonio de los hombres que ha sido vendido por una friolera de dólares (el espíritu también se vende); objeto fetiche de los manuales de la historia del arte que alguien se mete en el bolsillo (que saca por lo tanto de la historia por la puerta pequeña y la entra por la grande en el ámbito de la privacidad).
No me extraña que la reacción de algunos sea “¡todo el arte a los museos!” Pero como diría Ortega ¿qué haremos con la emoción que me embarga cuando me siento atrapar por la melodía improvisada en cualquier esquina de la ciudad por un músico callejero? ¿Qué hacer con ese sentimiento? ¡Al museo con él! Eso, y luego lo incendiamos. ¿O mejor lo vendemos? A lo mejor nuestro mejor postor se ha querido asegurar con su Giacometti una emoción estética, un sentimiento que se le pierde en su visita a los museos. ¿O es el peor de los impostores que va por las esquinas robando las emociones?
Sobre la segunda afirmación, la de incendiar los museos, no parece una buena idea dada la última profusión de éstos, sería sembrar de incendios la geografía española, por caso. Pero no estaría de más que se abriera un proceso crítico de sus políticas, de sus vicisitudes, de sus apuestas. Porque resulta que el museo también, en los más de los casos es institución ancilar del mercantilismo. Reconozcámoslo, el mercado juega hoy en día un papel fundamental en el arte, y sin él, no podría entenderse.
Así es, estima valores y mercancías. El mercado trastoca e irrumpe, enrarece el mundo del arte: los museos, por ejemplo, invierten, con las inversiones hacen marketing; hacen incluso marketing con las obras que tienen en posesión, tratándolas en cierto modo como valores y como mercancías. ¿Qué diremos de las Galerías? De las Salas de exposiciones (solo hay que ver que instituciones las regentan). ¿No hay cierto valor puramente mercantilista en los objetivos del artista creador? La economía ha estado siempre metida en el cuadro, en la escultura, se mezcla y se confunde con otras cosas igual de confusas: los sentimientos, las conquistas estéticas, la denuncia social, la cultura … Además, ¿que eran los mecenas sino posesivos relicarios de obras de arte? ¿Gente que se guardaba para sí las más de las veces las emociones, el gusto? El problema es, a lo mejor, que se ha hecho del arte un mito excesivo, y del museo otro.
No me extraña nada que haya quien se alarme ante el descomunal cheque por una pieza de arte y que al tiempo, haya también quien se ría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario